Restos de árboles caídos, por múltiples causas, ocupan todas las zonas de montaña, se convierten en un "minimundo" donde los invertebrados realizan sus ciclos vitales y poco a poco van acabando por descomponer al gigante.
En muchas ocasiones, estos restos ofrecen unos bonitos contrastes entre el cielo, la roca y la vegetación.
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